Donde Dios nos Lleve

Donde Dios nos Lleve

¿Vosotros donde queréis ir? » Donde Dios nos lleve». Cuenta la Leyenda que era inevitable el resultado de la tremenda lucha entre el Bien y el Mal. El ejército de caballería más valiente, temido y respetado bajaban los brazos, se oponían a un derramamiento de sangre inocente. Se negaban a luchar contra los cristianos, las infamias, los engaños, la maldad y la codicia de quienes les habían pagado con la traición y el deshonor.

Los Caballeros Templarios antes de su detención, todos juntos y de rodillas, habían finalizado de orar ante Dios. Al levantar la cabeza, pudieron observar, de pie ante ellos una figura de porte noble, que les miraba fijamente, aunque no pudieron definir la expresión de sus ojos, que cubría parcialmente su rostro con la capucha de su habito de monje.

Sin embargo, sí pudieron oir una voz potente y clara, aunque dulce y melodiosa, transmitiendo seguridad y confianza les pregunto:

¿Y ustedes donde quieren ir, Caballeros?

“Donde Dios nos lleve” respondieron todos al unísono. Como si la respuesta hubiese salido de un mismo corazón.


El viejo Druida les dio instrucciones hacia donde debían dirigirse y lo que debían hacer.

“En el puerto de la Rochelle os espera un buque, el más blanco y hermoso que jamás haya surcado los océanos. Es capitaneado por una Señora que os acogerá como pasajeros. Vuestro Timonel esta presto a gobernar dicha nave al lugar donde queréis ir.”

Al llegar al puerto, pudieron ver el buque, cuya belleza nunca hubieran podido imaginar. Una Señora más hermosa que el mismo cielo, salió a recibirles y les hablo con voz dulce y celestial:

Dios nos lleve

“Cuantos Caballeros son? ¿Y dónde queréis ir vosotros?”.

Una vez más la misma respuesta, salida de la misma garganta, del mismo corazón.

“Nos somos en número de 1307 Caballeros y queremos ir donde Dios nos lleve, Señora”.

La Señora los acogió a todos con toda la bondad de su sagrado corazón, dándoles la bienvenida a bordo y dando instrucciones a su Timonel, el hermoso buque zarpo del puerto, con rumbo a alta mar.

Durante 7 años, en cada puerto, en cada nacion y en cada continente, fueron desembarcando un número determinado de Caballeros.

Cuenta la Leyenda que de esta forma Los Caballeros Templarios sembraron la semilla del Bien, la energía del Temple abrazaba el mundo entero, creciendo con fuerza en todos los rincones de la Tierra y del Cielo.


El buque ahora navegaba en calma exhalando en cada balanceo una paz inmensa y gloriosa. Regresaba a puerto un 18 de Marzo de 1314.

La Señora dirigiéndose a su Timonel le felicito, preguntándole:

“En estos 7 años que ha durado la travesía, habéis cumplido vuestra misión con total entrega y diligencia. He podido observar con gozo en mi corazón, como vuestros Caballeros no han faltado a sus oraciones ante el Cristo que los protege. Y estoy convencida que con la Cruz que lleváis en vuestros corazones, en el Tiempo del Señor, Venceréis. Esto ha sido tan solo una batalla más. La guerra del mundo está por ganar. Vuestro Cristo no os abandonara.”

Y ahora decidme ¿Cuál es vuestro nombre? ¿Y dónde queréis ir Vos?”

“Mi nombre, Señora, es Jacques Bernard De Molay, pero la historia me conocerá por el ultimo Maestre de la Orden de Los Pobres Caballeros del Templo de Salomon. Solo soy un pobre hombre, un soldado y un guerrero. Un Templario con sed de Cristo en mi corazón. Mi único deseo es ir donde Dios me lleve.”

La Señora emocionada ante tanta sencillez y humildad lo arropo entre sus brazos, susurrándole al oído;

“Mi nombre es Maria, y te llevare junto a mi Hijo con quien podrás ver y oir como tus Caballeros Templarios alaban y bendicen tu nombre en todos los rincones de la Tierra, para mayor Gloria de Dios.”

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2 comentarios

  1. Al leer esto,un sentimiento muy profundo de emoción me ahoga,no sé porque no lloro,no tengo palabras para describir lo que siento;a donde Dios me lleve,sublime entrega total para liberar el espiritu,en la anhelada cercanía al Padre,al Hijo,y al Espiritu Santo.

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