Dia de todos los Santos
Se acerca la celebración cristiana del «día de todos los santos», y más fiestecillas de máscaras y payasadas que no tienen nada que ver, o demasiado, con la celebración cristiana. Bien es cierto que coinciden en la noche ambas fiestas, la de Samhain – ahora llamada Halloween – y el dictado del Papa Urbano IV. Para los cristianos significa el recuerdo de cuantos santos no figuran en el calendario litúrgico y, para los demás, debería significar el fin del año Celta.
Pero las cosas degeneran y se mezclan. Lo que podrían ser dos celebraciones se ha unificado y manipulado haciendo creer que Halloween es lo mismo que el día de todos los santos, pero a lo moderno. Nada más lejos de la fiesta de Samhain que ser una payasada callejera llena de disfraces y de películas malísimas que no dan miedo ni al taquillero. Y mucho más lejos de ser una fiesta totalmente orgiástica y de borrachos callejeros. Anunciaba el fin de las cosechas, la entrada en la temporada de la oscuridad, es decir, el invierno cerrado, nada de satanes y mucho menos brujas montadas en escobas.
Por un «vaya a saber usted qué», la fiesta de Halloween ha degenerado en caramelos y disfraces, risas y vómitos nocturnos, todo lo alejado al respeto que esa fiesta pagana tenía. Con la llegada del cristianismo este tipo de celebraciones son sustituidas y se celebraban en la políticamente correcta llamada «intimidad del hogar», vamos, a escondidas, que los apaleaban en el mejor de los casos o los quemaban por brujería. Tal es la ignorancia, tal el precio que se debe pagar en la historia por ella.
Los auténticos paganos, no los de boquilla y temporada, la siguen celebrando como un acto de mezcla entre la luz y la oscuridad, un paso en sus vidas como podríamos comparar malamente con nuestro fin de año. Y es muy lícito y necesariamente cultural que estas tradiciones de la cultura pagana sigan vigentes, porque quien oculta o niega su historia está condenado a no tener memoria. Y un auténtico pagano no mezclaría esa celebración con el consumismo y el parasitismo que hoy en día vemos, y mucho menos con las muestras de desprecio y faltas de respeto que hacen los payasetes a quienes celebran el posterior día a Samhain.
Los cristianos ya estamos casi acostumbrados a que se nos falte el respeto, a las burlas, a que nos escupan y sigamos pasivos ante la abominación material. Pero esto es culpa tanto de nuestros antecesores como nuestra, porque no sabemos defender nuestras creencias o quizás no estemos convencidos de ellas como para defenderlas. En la época moderna, las prisas, esta vida de nervios y de mil cosas que hacer, nos hace olvidar a los que nos dejaron.
Al día siguiente del día de todos los Santos celebramos los Fieles Difuntos, para el recuerdo de los que más de cerca conocimos y de los que oímos hablar. Ese es el respeto, ese el espíritu de estos dos días, el recuerdo a los nuestros sin los que no estaríamos donde estamos.
Y bien cierto es que muchos solamente acuden a los cementerios estos días y, quizás un día antes para limpiar las sepulturas por si algún familiar cotilla se acerca por allí. Otra de las consecuencias de la pérdida de valores. Quien no es capaz de honrar y respetar a sus muertos no puede respetarse a sí mismo.
No es un día de silencio y velos negros, es un día de familia para acudir unidos a rezar o hablar con los parientes o amigos fallecidos. Algunos pasamos mucho tiempo visitando sepulturas y recordando los mejores momentos de los visitados.
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Excelente reseña histórica y revisionismo cultural…