Un Verdadero Caballero Templario

Un Verdadero Caballero Templario

Un Verdadero Caballero Templario frente a diez mil soldados, cascos y corazas de plata. Lanzas de metro y medio. Espadas envainadas y puñales en la espalda. Al flanco derecho dos mil jinetes armados, al izquierdo otros tantos.

En primera línea cinco filas de arqueros acompañados de tambores y clarines. Cabalgando en corcel blanco y de crin pura una armadura de oro con plumas de ganso.

Van a la guerra…

En frente a un kilómetro un solo hombre vestido de monje con la Cruz Paté y su espada clavada en la tierra.

¿Quién osa parar a mis tropas, soy el Rey? ¿Quién es? ¡Arqueros, tensad! Clarines sonar, tambores retumbar, el Rey va a avanzar. Los diez mil soldados golpeaban sus escudos con las lanzas haciendo temblar la tierra, pero el hombre no se apartaba.

El Caballo blanco puro avanzó hasta cierta distancia del hombre donde pudiera escucharlo y sacando su espada de oro y le dijo: ¡aparta mendigo, deja paso a las tropas de tu Rey!

¿Eres tú quizás el Rey?… ¿lo dudas mendigo? Lo afirmo, no eres Rey sino de armas no de hombres. Desmonta de tu corcel y acércate sin tu ejército si tan Rey eres nada has de temer.

Enojado la armadura de oro desmontó y se acercó al hombre. ¿Por última vez quien eres antes de quitarte la vida?  no puedes quitarme lo que no me pertenece pues mi vida es de Dios y por eso he frenado a tu ejército con la sola presencia de un Caballero y Templario…! arrodíllate ante tu Rey! … “solo me arrodillo ante Dios no frente a los hombres y Dios me pide que permanezca firme porque su ejército es inmensamente superior al tuyo. Arrodíllate tú ante Dios y serás perdonado….”

Los arcos se destensaron y los clarines y tambores dejaron de sonar. Las lanzas ya no golpeaban los escudos y la formación de caballería descabalgó.

La coraza de oro cayó al suelo y el que se llamaba Rey se arrodilló ante el monje Templario diciendo.. “si este es el valor de los soldados de Cristo doy por perdida la batalla. Y ante él me arrodillo. Por favor guíame al bien.”

Los soldados rindieron armas y se arrodillaron mientras repetían al unísono el Páter Noster.

Y esto un solo Caballero Templario que abrió los ojos a miles de guerreros… ¿lo haremos nosotros? ¿frenaremos las injusticias, el hambre, la pobreza y la maldad?

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