El Valor de la Cordura y la Fe
¿En qué momento de nuestras vidas se gana o se pierde el valor de la Cordura y la Fe? Media vida dedicada al Temple y hoy reflexiono acompañado por mi soledad, en el vacío más impresionante del silencio, buscando la respuesta a una pregunta que me causa inquietud y malestar en el alma.
En 23 años entregados con pasión y devoción luchando por dar ejemplo de vida y de fe, defendiendo unos Principios y unos Valores, que, como Caballero Templario, considero fundamentales en la vida de todo buen cristiano, hijo de Dios y soldado de Cristo, custodio y defensor de su primitiva Iglesia, Única y Verdadera, luz y guía en mi vida y en la de todos los que me rodean.
En todo este tiempo dedicado en cuerpo y alma a mi Orden, disfrute de buenos momentos, que los hubo y muchos, y también es cierto que junto a mis hermanas y hermanos Templarios, y también por supuesto, con el apoyo incondicional de mi familia, se hicieron grandes cosas que me llenaron de gozo y alegría.
Pero como no podía ser de otra manera, en un mundo dual dominado por las debilidades humanas, tuve que lidiar con infinidad de dificultades y conflictos a los que siempre tuve que hacerles frente, tomando la decisión que, en cada caso, considere’ la más oportuna, buscando la sabiduría y la justicia en las enseñanzas de Nuestro Señor y su Palabra.
En más de media vida, vivida intensamente, siempre hubo momentos en los que la soledad me reclamaba esos momentos de meditación y reflexión, para comprender la naturaleza y los sentimientos yacentes en el ser humano y su proceder en el mundo en que vivimos. Y cómo estos cambian según sus intereses y ambiciones, perdiendo la cordura y abandonando la fe en Dios Padre, con tal de conseguir sus objetivos, y siendo conscientes del daño que pueden causar.
Se pierde la fe cuando observamos a quien solo viene buscando el enriquecimiento de su ego, idolatrando su cuerpo con una “sotana” para elevarse y conceder los Santos Sacramentos, y el poder de tomar bajo confesión a todas las almas que vienen buscando consuelo, paz y sosiego, y lo que les ofrece es participar, no en el perdón y el arrepentimiento, sino en la debilidad de la carne, el vicio, y el divertimento.
Estos “indeseables” que les gustan que les llamen ministros de la iglesia, son seres creados por el maligno, que toman las formas que más les interesan para hacer daño a todos los hijos de Dios y que a los ojos del Padre, son aborrecibles y vomitables.
Se pierde la cordura cuando lamentamos la marcha de una hermana y un hermano Templario, arrastrados por la desidia y la maldad enraizada en las criaturas malévolas, que, a través de la mentira y el engaño, traicionan su juramento a la Orden, mintiendo, difamando y calumniando a la misma, con el único objetivo de desacreditar y deshonrar la casa que un día los acogió abriéndoles los brazos.
Hoy comprendo que el tiempo y la vida me darán la respuesta. La paz que siento hoy me otorga la paciencia para poder ver con mis ojos que la justicia divina se cumplirá.
La fe que siento en lo más profundo de mi alma, me concede la cordura para continuar siendo navegante y faro, luz y guía, de un barco que navega seguro. De una Orden Templaría que me llena de la energía que emana directamente de Dios.
La fuerza que se apodera de todo mi ser cuando me cubre el Manto Blanco y empuño mi Espada Templaria, hacen renacer en cada momento, en cada instante, al guerrero, al soldado y al Templario de la Blanca Milicia de Cristo, la Milicia del Verbo, para no salir nunca derrotado, para mayor Gloria de Nuestro Señor.
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