Todo lo que aprendí sin quejarme
Todo lo que aprendí sin quejarme fue que la humildad conduce hacia la apertura del corazón. El amor lo cubre todo, lo invade todo, lo conquista todo…Si no abres el corazón no podrás abrir tu mente. Si no abres el corazón y la mente nunca podrás comprender. Y si no comprendes no podrás amar, porque es amor esa inteligencia que puede realizar la transmutación desde el fuego de la compasión.
Con el paso de los años he llegado a pensar que mi vida no estaba bien, y entonces hablé con Dios y.…me quejé…
Me quejé de lo que me salió mal en el trabajo, pero no agradecí mis manos para trabajar.
Me quejé de tener que soportar el ruido de mis hermanos, mas no agradecí por tener una familia.
Me quejé cuando no había lo que más me gustaba para comer, pero olvidé agradecer por tener que comer.
Me quejé por mi sueldo, cuando miles de personas ni siquiera tienen uno.
Me quejé porque no apagaban la luz de mi cuarto al buscar unos libros, pero no pensé en que muchos no tienen hogar donde tener las luces encendidas.
Me quejé por no poder dormir 10 minutos más, olvidando a quienes darían todo por tener su cuerpo sano y poder levantarse.
Me quejé por tener que trabajar al día siguiente, olvidando que muchos no tienen trabajo que les permita llevar sustento a su familia.
Me quejé porque mi madre me reprendía, cuando millones desearían tenerla viva para poder honrarla y abrazarla. Me queje y aprendí y Dios me lo mostró en aquel momento la verdad y entonces comprendí lo ingrata que había sido con El, y comencé a agradecer por las cosas que había olvidado, y aún más aquellas por las que tanto me quejaba.
Con el paso de los años vi que todos vivimos buenos y malos momento en esta vida, pero lo importante es tener claridad en la mente, a pesar de que la oscuridad que tenemos dentro, intente ofuscar la luz que brilla en nuestro interior.
Solo es cuestión de crear un equilibrio al igual que la noche y el día, porque una vida plena y feliz no es factible sin esa dosis o medida de oscuridad y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza.
Porque luces y sombras habitan en nuestro interior y forman parte de lo que somos, de lo que no queremos ser y de lo que puede que seamos. Son la lucha entre lo que reconocemos, lo que evitamos, lo que admitimos y lo que ignoramos o no queremos ver. Y en este pequeño, pero costoso equilibrio, tratamos de pasar nuestros días sin que ninguna de las partes domine nuestra vida.
Así que con el paso de los años nos quedamos con que la aceptación de nuestras sombras puede implicar dolor, pero también implica evolución, cambio y aceptación de nuestro yo. Implica, por lo tanto, conocerse a uno mismo y desarrollar una sana autoestima ante la vida. No todo son luces, ni las luces siempre iluminan nuestra vida, las luces en ocasiones nos ciegan el camino y las sombras puede que nos den las respuestas.
Vamos a tomar las cosas como lleguen, sobre todo basándonos en la paciencia y ecuanimidad.
Con el paso de los años como templaría me queje y aprendí ,entendí que la fe es una espada forjada en la fragua del infinito.
¿Qué es la fe? Una palabra remanada que da tanto que discutir a los escépticos, y tanto que obedecer a los religiosos fanáticos…
Es esa sensación de tolerancia para asimilar lo que tu mente con los sentidos no puede comprobar…
Es un saber que la intuición, aunque no lo pueda demostrar con la razón, te explica la inexplicable trascendencia del alma…
Es encontrar un para qué, un por qué, una respuesta que cruza las barreras de toda ciencia…
Es tener la convicción de que todo va hacia un mañana mejor, guiado por una mano sabia… »Si quieres llámala Dios»
Todo templario ya tuvo alguna vez miedo de entrar en combate, ya traicionó y mintió en el pasado, ya recorrió un camino que no le pertenecía, ya sufrió por cosas sin importancia, ya creyó que no era un guerrero, un templario verdadero y ya falló en sus obligaciones espirituales, ya dijo sí, cuando quería decir no, ya hirió a alguien a quien amaba…
Con el paso de los años, un Templario se convierte en un guerrero porque pasó por todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.
Con el paso de los años nos damos cuenta de que nacemos sin saber, porque no conocemos… y de igual manera, un Templario no nació sabiendo manejar su espada, y cometió muchas equivocaciones antes de descubrir su leyenda personal. Por eso ningún Templario, ninguna persona puede sentarse en torno a la hoguera y decir a los otros: “Siempre actué correctamente”.
Quien afirma esto está mintiendo, y no ha entendido que aún no aprendió a conocerse a sí mismo. Es de ley que el verdadero Caballero Templario haya cometido errores en el pasado, y sabe que la verdadera batalla es contra sí mismo y ser mejor que su antiguo yo, por la gloria de Cristo nuestro Señor.
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Soy inválido pero me gusta pertenecer aunque sea de alguna manera fácil para mi
Estar en templarios te hace aprender un nuevo camino en la fe y desarrollar tu lado de guerrero para afrontar nuevos desafios