Los Nueve Caballeros Templarios
Los Nueve Caballeros Templarios artífices tanto del gótico de las catedrales, las leyendas de caballería, las Cruzadas, y todo cuanto digno de recordar ocurrió en aquellos años, se encuentra bajo un sello eterno empuñado por la mano invisible del Temple.
En el año 1118 Hugo de Payns y sus ocho caballeros que siempre lo acompañaban, llegaban a Tierra Santa, después de un largo viaje por mar y por tierra.
Y como dato adjunto, unos años antes del arribo de los nueve Templarios a la Ciudad Santa, aproximadamente en el año 1098, Godofredo de Bouillon, mente maestra y accionaria de la primera cruzada, liberaba a Jerusalén de la conquista árabe.
Muy poco es lo que se conoce, respecto de qué es lo que hicieron aquellos nueve Caballeros Templarios en Jerusalén, y que nada más y nada menos, estos nueve caballeros, fueron los primeros miembros fundadores de la Orden Templaría.
Y luego de poco más de medio siglo, Guillermo de Tiro, una especie de biógrafo oficial de la Orden del Temple, mencionó que la misión, muy aparente, que estos nueve caballeros fueron a cumplir a Jerusalén, era simplemente la de custodiar todos los caminos de aquel entonces y lugar, brindando protección a los peregrinos, historia que, de seguro es bastante certera, pero que no es la única, seguro.
El rey de aquel entonces, Balduino I puso toda su confianza en esa insipiente, pero imparable orden que se estaba gestando con el accionar inicial de aquellos nueve Caballeros Pobres de Cristo, es decir, a Hugo de Payns y a sus ocho caballeros. Pero, además, aquella buena impresión que el rey obtuvo del Hugo y sus hombres, fue la promotora de varios beneficios hacia aquellos nueve guerreros, de los cuales, uno de esos beneficios, fue el de destinarles alojamiento, justo sobre lo que fueron las caballerizas del antiguo templo de salomón, ni más ni menos; lugar respecto del cual se barajó la posibilidad de que hubieron existido tesoros y documentos ocultos.De todas maneras, los nueve años que estos nueve caballeros estuvieron viviendo en Jerusalén, no arrojaron prueba alguna de que solo hubieran concurrido a dicha ciudad santa, únicamente para custodiar los caminos y a sus peregrinos cristianos, además de ser muy pocos integrantes para tan amplio trabajo de seguridad.
Entonces, surge la pregunta, ¿Por qué no incluyeron a mas guerreros entre sus filas, que únicamente nueve? ¿por qué ninguno de ellos renunció a esa naciente Orden?
Pues bien, lo que sí quedó demostrado, es que, al retornar a Europa, Hugo de Payns y los demás ocho caballeros, fueron recibidos por las más altas dignidades, tanto del gobierno monárquico de aquel entonces, como del propio papa católico apostólico romano, sin dejar de mencionar, los honores volcados de éstos hacia aquellos nueve Caballeros Templarios.
Y desde esa época, solamente en el lapso de medio siglo más adelante, la muy flamante Orden del Temple logró extenderse por innumerables lugares por el suelo de aquella Europa medieval, forjando su presencia por medio de castillos, templos, embajadas, granjas, etc., y luego de cien años de este luminoso y productivo comienzo, la Orden del Temple se había convertido en un gran imperio, que abarcaba todo lo que un imperio de nuestros días posee, una fuerte y amplia base edilicia; una economía muy poderosa manejada, en base a una irreprochable disciplina, moral y ética, mediante bancos –como los de hoy en día- siendo la propia orden justamente la creadora de los bancos; también contaban con un gigantesco ejército, una gran casta política y religiosa, y una amplia variedad de librepensadores, y personas de ciencia, en cada lugar en donde la orden ponía su primer y muy digno pie.
No tenían a nadie que les hiciera sombra, ni que se les comparara, en relación a los aspectos recién mencionados.
Pero… ¿y siempre hay un pero no?, como le sucedió y sucederá a todo imperio o como le sucede a toda persona o estado que sobresale por las demás, automáticamente, los propulsores del odio, de la envidia y de la mediocridad, se lanzan a su destrucción de una manera u otra. Dicho y hecho, unos dos siglos más tarde, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, u Orden del Temple, fueron destruidos sin que estos opusieran resistencia alguna a tan magna barbarie. Muchos de los integrantes de la orden, fueron encarcelados, torturados y hasta quemados vivos, todas aquellas propiedades nombradas antes, fueron confiscadas y con ello, también su gran riqueza bancaria, con todo lo que esto último significaba.
Pero, ¿a que fueron aquellos nueve fundadores de la Orden del Temple a Jerusalén? ¿Qué fue lo que descubrieron en los santos lugares? ¿Cómo se pudieron expandir con tanta rapidez? ¿Cuál era la verdadera razón de su viaje a Jerusalén? ¿Qué secretos guardaban? ¿Cuál era su verdadera misión? ¿por qué se dejaron destruir si eran el ejército más numeroso de Europa? ¿Por qué no hallaron aquellos supuestos tesoros y documentos? ¿existe la Orden del Temple hoy en día?
Mucho se ha especulado a lo largo de los últimos 250 años, respecto de los Caballeros Templarios, como la posibilidad de que hayan encontrado el Santo Grial, de aquella muy simbólica copa de la que el maestro Jesús tomó el vino en su última cena, o bien, otra corriente especulativa expresa que descubrieron el arca de la alianza, enterrada bajo el Templo de Salomón, pero los más escépticos, o bien, mejor informados, presumieron que aquellos originales templarios viajaron a Tierra Santa, con el único objetivo de recibir un conocimiento oculto, ancestral y prohibido por la proto Iglesia Católica, y que eran poseedores de diferentes ramas del cristianismo primitivo, como los Maronitas, Nestorianos, Mandeístas, Gnósticos, Esenios, etc., y agrupaciones musulmanas, como los Chiitas, los Ismaelitas, los Hassasin, etc., y por último, los Cabalistas Judíos.
De esta manera quedarían explicados diferentes rituales iniciáticos de los templarios, los cuales incluían ritos muy similares a aquellas agrupaciones iniciáticas, ya que, por ejemplo, la característica iniciática, era casi una constante en las sectas, en las proto-religiones y demás órdenes de aquellos tiempos, todas se basaban en el esoterismo, en esa espiritualidad con uno mismo, en el intentar buscar a dios, en ellos mismos, como individuos productos de una divinidad única que todo lo ha creado, sin llegar a concebirse a ésta divinidad, como una entidad antropomorfa. Pues, todo lo contrario.
Pero, luego de que fuera conformada la Iglesia Católica, aquella esencia iniciática esotérica, quedó en el olvido, pasando a convertirse, hasta nuestros días, en una búsqueda exotérica, es decir, en una búsqueda de un dios externo a cada individuo, en intentar obtener respuestas desde este supuesto ser omnisciente y con forma humana, en lugar de obtener las mismas respuestas, desde la propia divinidad omnisciente que habita en nuestro interior.
Por otro lado, uno más de los supuestos verdaderos objetivos que aquella inicial Orden del Temple se habría propuesto, era el de dejar su sello constructivo, por medio de sus creaciones arquitectónicas mediante una especial predilección por las formas circulares y de ocho lados, -es decir, octogonales-, de todos sus templos y castillos, como por ejemplo, la iglesia de la vera cruz en Segovia, el Castillo del Monte, etc., como la forma que podemos apreciar hoy en día, de la muy conocida Cúpula de la Roca en Jerusalén, erguida por hermandades de origen árabe, y además aquel sello se aprecia en las catedrales del estilo gótico, repartidas por incontables lugares sobre la faz de la tierra.
Estos caballeros, además de librepensadores, eran muy tolerantes a la diversidad religiosa y al muy enriquecedor vaivén filosófico que supieron mantener entre judíos y musulmanes.
Pero, ¿Qué fue lo que pasó para que desaparecieran, para que los exterminaran tan aberrantemente, para que los quemaran vivos en hogueras?
Pues, hubo uno de aquellos envidiosos promotores de la mediocridad que desató su exterminio, y que fue el rey Felipe el Hermoso, debido a que éste acusaba a los templarios, de adorar a un icono o concepto representativo de lo que, para la Iglesia Católica, eran doctrinas o filosofías heréticas, y por ende pasibles de castigos de todo tipo hacia quienes las practicaban, como el gnosticismo, el hermetismo, y un gran etc. De filosofías que, en lugar de ser heréticas, enaltecían al hombre a hasta poder hallar dentro de él mismo, a sus propios dioses, es decir, de mejorar su persona, y de conocerse a sí mismo.
Muchos historiadores coinciden en que el ideal que portaba los nueve Caballeros Templarios y la Orden del Temple, era el establecimiento de una sinarquía global, como una especie de único gobierno, fundamentado en una triple asociación, compuesta por: un solo pueblo, es decir, una especie de comunidad europea de hoy en día, pero medieval; un solo monarca elegido por el resultado de los misterios más profundos de la divinidad; y un único pontífice, como única cabeza que debería reunir a las tres principales religiones de aquel entonces, como el Cristianismo, el Judaísmo y el Islamismo.
Entonces, con lo antedicho, se puede llegar a entender el porqué, el rey Felipe IV junto al papa Clemente V, perjeniaron y terminaron, -al menos lo que se mantenía a la vista-, con la Orden de los Caballeros Templarios, y ese porqué, radica en que los templarios comenzaban a atentar indirectamente y sin quererlo, -por medio de la futura puesta en práctica de aquellas tres unificaciones antes nombradas-, contra los intereses monárquicos y de la iglesia católica de aquel entonces. Aquella inminente reforma política, social y religiosa, terminaría con los intereses del rey y su superior, el papa Clemente V, quien representaba al catolicismo de aquel entonces.
Básicamente, a lo que apuntaba la Orden del Temple, era a construir un solo imperio, basándose en el oriente islámico y en el occidente cristiano, conformando con ello, una federación de estados autónomos bajo el mando de un jefe espiritual y uno político, mas una tercera autoridad suprema, e invisible, o bien secreta, para la gran mayoría de las personas, la cual sería el Egregor de la Orden del Temple, encontrándose éste, por encima de los jefes políticos y en lo espirituales.
Y si nos remontamos hacia el año 1127, en Europa, Hugo de Payns y sus ocho caballeros, fueron recibidos por el padre invisible de esa flamante orden, aquel que Dante, -otro gran iniciado templario-, incluiría en su obra, la Divina Comedia, como “el único hombre con acceso al cielo”: Bernardo de Clairvaux, el Último Druida, quien se encargó de reglamentar la Orden del Temple, y darle la institucionalidad necesaria, la cual fue aprobada por el papa de aquellos tiempos, Honorio II.
En definitiva, el Temple no solo fue un imperio y creó los bancos y los conceptos de crédito, préstamos, cajas de ahorro, cheques, etc., tan utilizados hoy en día, sino que también, dio el comienzo al concepto de multinacional, ya que la orden actuaba y gestionaba sus posesiones, sus recursos y sus integrantes, como una multinacional de hoy en día.
Y, además, muchos años antes de su exterminio, allá por el año 1146, en la denominada segunda cruzada, sino hubiera sido por la intervención templaría, toda la empresa que habían llevado a cabo, habría terminado en un desastre absoluto.
Por otro lado, existen muchas causas que conducen al darle razón de ser al imparable crecimiento material de la orden, ya que, en el año 1139, una bula papal les otorgó total derecho, tanto en lo civil como en lo eclesiástico; con lo que, de esa manera, a partir de allí, y hacia el futuro, no deberían rendirle cuentas a nadie más que al Papa de turno.
Durante su existencia pública, acumularon grandes fortunas ya que muchos nobles eran los que ingresaban en la orden, más allá de las demás maneras éticas y legales que tenían para obtener dinero por medio de los incontables servicios que brindaban a las comunidades que conformaban la mencionada corporación multinacional.
De esa manera, el patrimonio de la Orden del Temple se fue acrecentando, basados en una combinación de su eficiencia con las armas y con los números, incluso la mayoría de los reyes de Europa, entre los que se encontraba el rey Felipe el Hermoso, futuro verdugo de la orden, confiaban sus tesoros sobre el magnífico y extremadamente confiable poder administrativo del temple.
De todas maneras, la codicia del Rey Felipe, sumado al gran poder militar de la orden, pudieron constituir las razones fundamentales en las que dicho rey se basó para que, en el año 1307, tomara la atroz decisión de exterminar a la Orden y quedarse con todo el poder y las riquezas del temple, y de otros también, ya que codiciaba los bancos que la orden había conformado.
A partir del año 1307, comenzó la acción destructiva y oscurantista del temple, siendo arrestados en Francia, cerca de veinte mil caballeros templarios, sin más explicación que un inescrupuloso mandato real, y a la aprobación de este hecho, por parte del papa Clemente V, quien aceptó las supuestas pruebas que el rey Felipe le presentó, respecto de todo lo supuestamente condenable en que había incurrido el temple, como la famosa herejía, rituales blasfemos contra la imagen de la cruz al momento de iniciar a los nuevos caballeros, adoración de falsos ídolos demoníacos, como el misterioso Baphomet hermético, sumado esto a otras tergiversaciones o bien, mentiras similares.
En ningún momento de la historia siguiente a su exterminio, se pudieron encontrar pruebas de tales terribles acusaciones del rey Felipe y el Papa Clemente V contra la Orden del Temple, sino que, testimonios de miles de caballeros debieron esgrimirse bajo coacción del verdugo, y bajo torturas y demás vejámenes inimaginables. Por lo tanto, luego de esto, el papa Clemente V disolvió la orden visible en el año 1312 y sus bienes conocidos, confiscados… y digo conocidos, ya que nunca se hallaron los tesoros del Temple.
Los caballeros que lograron escapar de aquel atropello, se refugiaron en España, Inglaterra y Portugal, lugares en donde se los encontró totalmente inocentes por los respectivos reyes de cada lugar.
A lo largo de siete tristes años, cientos o miles de miembros del temple fueron torturados y quemados vivos en la hoguera. Incluso, el último gran maestre visible, el gran maestre número 24 de la orden del temple, Jacques de Molay, estuvo entre los que fueron quemados vivos en la hoguera, el fatídico día 19 de marzo del año 1314.
Hoy en día se puede observar, frente al gran monumento gótico de Notre Dame, el lugar donde el último Gran Maestre «visible» fue llevado, en el justo momento en el que sería su inminente muerte.
De todos modos, antes de morir, Jacques de Molay se retractó de todas las acusaciones que había recibido y obligado a admitir, afirmó y pregonó la inocencia de la orden, e invitó a Felipe el Hermoso y a Clemente V, a unirse al juicio de dios por los crímenes cometidos contra la orden de los Caballeros Templarios. Por lo que, misteriosamente, un poco más de un año a partir de la muerte del gran maestre, ambos, el Rey y el Papa –sumados a algunos otros partícipes de tal atropello-, habían muerto… de causas naturales.
¿Y qué curioso no? Ya que, luego de la disolución de la Orden «visible» del Temple, toda Europa fue ensombrecida por muchos años de un oscurantismo atroz, que no hizo más que retrasar la evolución normal del ser humano en esa parte del mundo, y por efecto dominó, al resto del planeta; y además, Europa quedó sumida en múltiples guerras, lapso muy oscuro que se conoce como la guerra de los cien años.Y como les decía antes, la Orden «visible» es la que fue exterminada, debido a que los Templarios que pudieron escapar, conformaron diferentes Ordenes templarías, pero con otros nombres, como la Orden de Cristo, en Portugal, la de San Andrés, en Finlandia y la Orden de Montesa en España.
Se especula que, tanto el tesoro nunca encontrado, como los documentos de los Templarios, fueron extraídos muy a tiempo, de Europa, justo antes de que Felipe el Hermoso terminara con la constitución de la Orden del Temple, tesoros y documentos, respecto de los cuales, se dice que fueron llevados a la isla de Chipre, en el mar mediterráneo.
Posiblemente, el sucesor de Jacques de Molay, y con la orden camuflada de otra manera, para que no se asemejara a la del Temple, por simples razones de evitar nuevas persecuciones, fue un hombre llamado Marc Larménius, con lo que, la tan castigada Orden de los Caballeros Templarios, pudo revitalizarse y llegar hasta nuestros días, con su poder renovado y potenciado, y con sus recuerdos colectivos no olvidados.
Y por supuesto que hay mucho más que aprender al respecto, pero queda la pregunta que le da la razón de ser a este enigma, en definitiva, ¿Qué fueron a hacer aquellos nueve caballeros templarios a la ciudad de Jerusalén?
Ahí queda la pregunta….
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Fueron a buscar conocimiento, de como buscar al ser superior que está dentro de cada ser pensante