EL REENCUENTRO

Caballero y templario, haz un reencuentro contigo mismo, uno de tu vida pasada, de cómo te superaste y uno ahora, que, aunque encuentres dificultades no desistas, porque cuando superas las adversidades se pueden saborear los mejores frutos.

Templario, caballero y guerrero, después de aceptarte tal como eres, después del reencuentro contigo mismo, después de que supiste decir “Hasta aquí te dejo llegar» y ya te has desecho de la vergüenza, cuando te atrevas a mirar tu manto, envainar tu espada, desnudar tu alma, abrir tu corazón y dejar tu orgullo, estarás listo para vivir…

Templario, este es tu yo radiante, tu cautivo espiritual que se ha acercado a ti y se ha aproximado a tu presencia. Ha vuelto su rostro hacia ti reconociendo tu unicidad y confesando tu singularidad, y ha hecho llamamientos en tu nombre entre las naciones y ha conducido a las gentes hacia las aguas fluyentes de la misericordia de Nuestro Señor.

Templario, caballero y guerrero cuando la crítica ya no te altere y los oídos sordos no te espanten, ni tampoco las palabras necias…verás que existe aún un último puente que atravesar. Es ese puente que te trae de vuelta hacia todos aquellos de quienes alguna vez saliste huyendo. No por masoquismo, no por no haber aprendido, ni siquiera tampoco por haber sido capaz de olvidar. Sino porque solo el verdadero caballero templario que ha enfrentado a todas sus sombras, es capaz de volver a meterse en la negrura del bosque, o en un amplio desierto cubierto de arena, para hablar con amor, a todos sus fantasmas de todas sus batallas hechas en el nombre de nuestro Señor como un verdadero soldado de la Blanca Milicia de Dios…

Templarios, caballeros y guerreros, en ocasiones necesitamos de una mirada un tanto especial…esa mirada que se quede pegada fijamente, sin titubear, esa mirada… que detuviese el tiempo, que acelerase los latidos del corazón y elevase el alma más allá del horizonte hacia la Tierra Santa en alguna de nuestras grandes batallas como verdaderos templarios, guerreros de nuestro Señor…. y más allá de los confines de lo eterno….

Caballero y templario, cuidado que los ojos, no siempre ven, ni los oídos saben en ocasiones escuchar….

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